domingo, junio 25, 2006

Una Mañana de Domingo en Valparaíso

Me aproximo hacia tí
mientras eres devorada por la nada
que lentamente te aferra
con sus dedos de fría niebla
que se deslizan por tus quebradas.

Cae perezosa la mañana
sobre los trasnochados cerros
y sobre los borrachos
que duermen con los perros.
Vaivén de oceánicas resacas.
Vaivén de etílicas mareas.
Todos los ebrios son marinos
en las mañanas domingueras.

Un millón de suicidas y caóticas escaleras
son tragadas por el vacío repentino
dejado por abrúptas quebradas por centenas.
Esas dentadas...
graníticas......
cascadas........
caen............

Esas
pétreas
pendientes
colmilladas,
grises caídas
los cerros escalan.

¿Serán las caóticas callejas
un hato de asfálticas sierpes
a los cerros enroscadas?

¿Son esas sierpes
Las que inyectan mi sangre
con veneno incurable,
melancolía de muerte?

Es el aire húmedo frío y salado,
es el mar gris y ondulado,
es el sol indiferente y pálido,
es la neblina etérea y famélica,
y sus vertiginosas quebradas
que encarnan a la Nada.

Eso impulsa a mi alma navegante
a dejarse llevar hacia el horizonte
de mi inmensidad oceánica interior
sin saber donde el Norte quedó.


Silent Enigma

---inconcluso---

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